El dibujo como recurso didáctico: personajes históricos
Estamos acostumbrados a asociar el mundo greco-romano con el color blanco de sus imponentes edificios o esculturas de mármol. Durante siglos se asumió que el pulcro blanco era el estándar de belleza, e incluso durante el Renacimiento los artistas asumían esa característica estética como esencia del mundo clásico que pretendían recrear o imitar. Sin embargo, gracias a diversos estudios, mediante analíticas con diversas tecnologías se pudo confirmar lo que ya se sabía en torno a la investigación arqueológica de estas piezas, desde fechas muy tempranas, gracias a los restos de policromías, en algunos casos muy bien conservadas, presentes en piezas recuperadas en intervenciones como las llevadas a cabo en Pompeya desde el siglo XVIII o en múltiples yacimientos griegos como en la propia Acrópolis. Sin embargo muchos, tanto desde el mundo de la ciencia arqueológica incipiente, como del arte, prefirieron seguir apegados a tradicional imaginario blanco considerado tanto ética, como estéticamente superior, siendo este valor cromático objeto de rechazo e incluso, en algunos casos, lamentablemente la policromía conservada fue retirada de las piezas arqueológicas.
La investigación ya reciente llevada a cabo durante años por el matrimonio Brinkmann, y su equipo, puso sobre la mesa nuevamente esta realidad. Una realidad donde el uso de vivos colores era una parte fundamental de la obra con fines estéticos y simbólicos y que acrecentaban la expresividad de las figuras.
En el caso hispano esta tradición también estaba presente en el mundo Íbero, como queda patente en la Dama de Baza conservada en el Museo Arqueológico Nacional con diversas influencias culturales.
Por otro lado, a través del dibujo podemos aproximarnos a la recreación de personajes históricos. Las posibilidades son variadas. Por una parte, en el caso de conservarse textos donde se describan las figuras, podemos intentar recrear los rasgos del personaje. Por otra parte, las figuras que conservan representaciones, como en el caso precisamente de la escultura clásica, jugando con la posible idealización del personaje por parte del artista, disimulando rasgos poco agraciados, podemos hacernos una idea de algunas características esenciales que pueden ayudarnos a componer nuestro personaje.
Por otro lado en ocasiones, cuando las descripciones o referencias son ambiguas y solo tenemos representaciones idealizadas muy posteriores al personaje, también podemos crear nuestra propia visión totalmente subjetiva.
La recreación de figuras conocidas mediante técnicas o estilos diversos puede ser utilizada como un interesante recurso didáctico.
En nuestro boceto nos acercamos al personaje del emperador Augusto. En el caso de esta figura histórica diversos textos lo describen como un personaje atractivo aunque de escasa estatura, rubio, de piel muy blanca, de ojos claros y de salud delicada. Gracias a las esculturas conservadas del personaje podemos jugar a recrear su aspecto de forma sencilla con fines didácticos con el apoyo de la amplia gama de esculturas conservadas, algunas ellas objeto de estudios con patrones de color siempre teniendo en cuenta que se trata de representaciones más o menos idealizadas.
AMM